viernes, 19 de septiembre de 2014

La Gran Invocación





Desde el punto de Luz en la Mente de Dios
Que afluya luz a las mentes de los hombres.
Que la Luz descienda a la Tierra.


Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios
Que afluya amor a los corazones de los hombres.
Que Cristo retorne a la Tierra.


Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres,
El propósito que los Maestros conocen y sirven.


Desde el centro que llamamos la raza de los hombres
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.


La Gran Invocación fue dada por el Maestro Djwhal Khul a través de Alice Bailey en 1945, y la versión tradicional utiliza el lenguaje aceptado en la época.

Fuente: www.esotericstudies.net

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El último Regalo



Un rico heredero debe de pasar por toda una serie de vicisitudes para recibir al fin esa cuantiosa herencia a la que se sentía acreedor, y que tanto anhelaba. Si al principio dichas pruebas le parecieron las tareas más humillantes y denigrantes que pudiera vivir, poco a poco esas vivencias le fueron transformando hasta descubrir que dentro de sí mismo había otra suerte de “riquezas” que sólo se encuentran cuando se vive para compartir con los demás. Esta es una película de valores, los verdaderos, los que retratan más la calidad que la cantidad con la que suele medirse este mundo material. Totalmente recomendable.

El último Regalo: 1:57:12

martes, 16 de septiembre de 2014

Soy tu "Síntoma"



Hola! Yo tengo muchos nombres: dolor de rodilla, dolor de estómago, reumatismo, asma, gripe, dolor de espalda, ciática, cáncer, depresión, migraña, tos, reflujo, dolor de garganta, insuficiencia renal, diabetes, hemorroides, y la lista sigue y sigue...

Me he ofrecido como voluntario para el peor trabajo posible: ser el portador de noticias poco gratas para ti.
Tú no me comprendes, nadie me comprende. Tú piensas que quiero fastidiarte, echar a perder tus planes de vida, todos piensan que quiero entorpecerles, hacerles daño o limitarles. 

Y no, eso sería un un completo disparate. Yo, el síntoma, simplemente intento hablarte en un lenguaje que comprendas. Que entiendas.

A ver, dime algo, ¿tú irías a negociar con terroristas, tocando a su puerta con una flor en la mano y una camiseta con el símbolo de "paz" impreso en la espalda? ¿No verdad?

Entonces, ¿por qué no comprendes que yo, el síntoma, no puedo ser "sutil" y "suavecito" cuando debo darte el mensaje. Me golpeas, me odias, con todo el mundo te quejas de mi, de mi presencia en tu cuerpo, pero no te tomas ni un segundo en razonar y tratar de comprender el motivo de mi presencia en tu cuerpo.

Sólo te escucho decirme: "Cállate", "vete", "te odio", "maldita la hora en que apareciste", y mil frases que me hacen impotente para hacerte comprender. Pero yo debo mantenerme firme y constante, porque debo hacerte entender el mensaje.

¿Qué haces tú? Me mandas a dormir con medicinas. Me mandas callar con tranquilizantes, me suplicas desaparecer con anti-inflamatorios, me quieres borrar con quimioterapias. Intentas día con día, taparme, sellarme, callarme. Y me sorprende ver que a veces, hasta prefieres consultar brujas y adivinos para que de forma "mágica" yo me vaya de tu cuerpo.

Y yo, cuando mi única intención es darte un mensaje, soy totalmente ignorado. Imagínate que soy esa alarma con sirena en el Titanic, esa que intenta de mil formas decirte que de frente hay un Iceberg con el que vas chocar y hundirte. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por meses, por años, intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo dormir, porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues sin escucharme...

¿Vas comprendiendo?? Para ti, yo el síntoma, soy "La Enfermedad". Qué cosa más absurda. No confundas las cosas. Y vas al médico, y pagas por docenas de consultas médicas. Gastas dinero que no tienes en medicamento tras medicamento. Y sólo para callarme.Yo no soy la enfermedad, soy el síntoma. ¿Por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando salvarte?

La enfermedad, "eres tú", "es tu estilo de vida", "son tus emociones contenidas", eso sí es la enfermedad. Y ningún médico aquí en el planeta tierra, sabe cómo combatir enfermedades. Lo único que hacen es combatirme, combatir el síntoma. Callarme, silenciarme, desaparecerme. Ponerme un maquillaje invisible para que tú no me veas.

Y sí, está bien si ahora que lees esto, te sientes un poco molesto sí. Esto debe ser algo como un "golpazo a tu inteligencia". Está bien si por ahora te sientes un poco molesto o frustrado. Pero yo puedo manejar tus procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es parte de mi trabajo, no te preocupes.

La buena noticia es que depende de ti no necesitarme más. Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo que trato de prevenir. Cuando yo, "el síntoma", aparezco en tu vida, no es para saludarte, no. Es para avisarte que una emoción que contuviste dentro de tu cuerpo, debe ser analizada y resuelta para no enfermarte.

Deberías darte la oportunidad de preguntarte a ti mismo: "por qué apareció este síntoma en mi vida", "qué querrá decirme" ? ¿Por qué está apareciendo este síntoma ahora? ¿Qué debo cambiar en mí para ya no necesitar de este síntoma? Si dejas este trabajo de investigación, sólo a tu mente, la respuesta no te llevará más allá de lo que has hecho años atrás.

Debes consultar también con tu inconsciente, con tu corazón, con tus emociones. Por favor, cuando yo aparezca en tu cuerpo, antes de correr al doctor para que me duerma, analiza lo que trato de decirte, de verdad que por una vez en la vida, me gustaría ser reconocido por mi trabajo, por mi excelente trabajo.
Y entre más rápido hagas conciencia del por qué de mi aparición en tu cuerpo, más rápido me iré.

Poco a poco descubrirás, que entre mejor investigador seas, menos veces vendré a visitarte. Y te aseguro que llegará el día en que no me vuelvas a ver ni a sentir. Al mismo tiempo que logres ese equilibrio y perfección como "analizador" de tu vida, tus emociones, tus reacciones, tu coherencia, te garantizo que jamás volverás a consultar a un médico ni a comprar medicinas.

Por favor, déjame sin trabajo. O piensas de verdad que yo disfruto lo que hago? Te invito a que reflexiones, cada que me veas aparecer, el motivo de mi visita. Te invito, a que dejes de presumirme con tus amigos y familia como si yo fuera un trofeo.

Estoy harto de que digas: "Ay pues yo sigo con mi diabetes, ya ves que soy diabético".
"Ay pues ya no aguanto el dolor en mis rodillas, ya no puedo caminar". "Siempre yo con mi migrañas". Me presumes como si yo fuera un tesoro del cual no piensas desprenderte jamás.

Mi trabajo es vergonzoso. Y te debería dar vergüenza presumirme ante los demás. Cada que me presumes, realmente estás diciendo: "Miren que débil soy, no soy capaz de analizar ni comprender mi propio cuerpo y mis propias emociones, no vivo en coherencia, mírenme, mírenme! "

Por favor, haz conciencia, reflexiona y actúa.
Entre más pronto lo hagas, más rápido me iré de tu vida!

Atentamente,
El Síntoma.

(Anónimo). 
Fuente: FB Confederación Galáctica Española

sábado, 13 de septiembre de 2014

Ideal y Misión de Vida



Por Roberto Pérez

¿Estás  bien plantado en la vida? ¿Sabes quién eres? ¿Para qué estás aquí? ¿Hacia dónde vas? Premisas básicas para estar “bien plantado” en la vida, de acuerdo al pensamiento de Roberto Pérez, enorme ser humano y gran motivador de multitudes. Permite que te guíe de una manera sencilla y por demás emotiva, a descubrir la manera de “tocar tu propia música”… la razón u objetivo exactos para los que has llegado a este mundo.

Video-conferencia que no te puedes perder si lo que buscas es lograr interpretar la mejor de las melodías con ese sagrado instrumento que Dios y el Universo te han otorgado: tu singular experiencia de vida, dentro de un vehículo físico único e irrepetible.

Aquí te dejo con este sabio y sensible maestro.


 "Ideal y Misión de Vida” – Roberto Pérez  (1:44:48)

jueves, 11 de septiembre de 2014

Fluir... no juzgar



Por Mabel Katz

Hay una historia que cuenta que en una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes le envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.

Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía: “Para mí él no es un caballo; es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?” Era un hombre pobre, pero nunca vendió a su caballo. Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: “Viejo tonto. Sabíamos que algún día te robarían el caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!”

“No vayamos tan lejos”, dijo el anciano. “Simplemente digamos que el caballo no está en el establo. Éste es el hecho. Todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte yo no lo sé, porque esto es apenas un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?”

La gente se rió de él. Siempre habían creído que el anciano estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado sino que se había escapado. Y no sólo eso, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes. De nuevo se reunió la gente diciendo: “Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte”.

“De nuevo estáis yendo demasiado lejos”, dijo el anciano. “Decid sólo que el caballo ha vuelto. ¿Quién sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?”

Esta vez la gente no pudo decir nada más, pero por dentro sabían que él estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos.

El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar. 

“De nuevo tuviste razón”, dijeron. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y, a tu edad, él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca”.

“Estáis obsesionados con juzgar”, dijo el anciano. “No vayáis tan lejos. Sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos, y nunca se nos da más que esto”.

Sucedió que, pocas semanas después, el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al ejército. Sólo se salvó el hijo del anciano porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.

“Tenías razón viejo. Era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre”.

“Seguís juzgando”, dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Sólo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda”.

En cuanto formamos una opinión o un juicio, nos estancamos; nos esclavizamos. Nada es lo que realmente parece. El intelecto no puede saber. 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Todos banqueros



 Por Koldo Aldai

En la bandeja del "check point" depositará religiosamente su "Rolex", también las tarjetas de oro que no operan en la geografía sin bancos, ni dinero. A la entrada del más allá no hay tratamiento VIP para los banqueros. Al otro lado del velo, el primer financiero español habrá de prescindir de zapatos, joyas y corbata. Se despojará al igual que nosotros de la vestimenta de carne y avanzará, desnuda el alma, hacia la luz que a él también le aguarda. A todos nos espera una gloria que jamás se canjeará con moneda de este mundo. "No nos llevamos ni un céntimo al más allá" pregonaba a menudo Conny Méndez, la moderna profetisa de los pobres de América Latina.

La muerte no nos iguala a todos. Cada uno lleva su cartera única e intransferible, sus acciones que no cotizan en ninguna bolsa de este mundo, sus bonos conquistados en gestos y acciones en favor del otro. Vivimos obviando la futilidad de la materia, como si los bienes de este signo que reunimos lo fueran para la eternidad. Raramente nos detenemos a observar la fecha de caducidad de lo que acumulamos. En nuestro interior, el eco de esa eternidad no ha acallado aún el tintineo del dinero. Voceamos "estar de paso", pero en realidad echamos en falta unas manos más grandes capaces de acaparar más. Sean otros, poetas y chiflados quienes achiquen la mochila y marchen ligeros de riquezas y equipaje...

Seguramente desde la otra orilla de la realidad, los banqueros que fueron nos invitan a amasar otra suerte de fortuna que no se referencia ni con el "Ibex", ni con el "Nasdaq", sino con nuestro nivel de verdadero amor. Nos sugieren invertir en un "parquet" en el que sólo cotiza el genuino altruismo, en unas "preferentes" cuyos últimos beneficiarios somos nosotros mismos.

Todo el dinero no serviría para reparar el órgano averiado. Calla también una soleada mañana de Septiembre el corazón del más acaudalado. Torne el recelo con respecto a los ricos, reflexión sobre nuestra relación con los bienes y riquezas. ¿En qué pensamos al imaginarnos con dinero? ¿No criticaremos una ambición, cuyas raíces igualmente proliferan por dentro? ¿Qué sería de esa abundancia en nuestras manos, de esa fortuna con nuestro nombre estampado?

Dicen que los roles y los "Rolex", van turnando, que el vasallo un día también noble. ¿En vez de criticar tanto al otro "afortunado", por qué no prepararnos, por qué no ensayarnos cada día un poco más en el dar y servir, para cuando llegue nuestro turno más privilegiado? Todos podemos ser aquí y ahora banqueros, erigirnos en entidad que se prolifera en caricia, ternura, generosidad, compasión… Todos podemos ser un poco Botín a nuestra manera, acumulando las riquezas que jamás, jamás marchitan.

Artaza 10 de Septiembre de 2014